La llegada al aeropuerto de Falcone e Borsellino es de aquellas que te ponen los pelos de punta. Notas como el avión va descendiendo y como el agua esta cada segundo que pasa a unas decenas de metros más cerca. Hasta empiezas a ver las sombras de los peces debajo de ella, aun sin rastro de tierra firme.
No voy a mencionar las caras de asco de los policías en aduanas, porque no tenían nada en especial: eran las mismas que en el aeropuerto de Zagreb, Barcelona, Dortmund…
Un par de días antes, Sílvia y yo habíamos variado el recorrido fiándonos de la previsión meteorológica. Pensamos hacer coincidir la posibilidad de lluvia con las principales ciudades, y los días de sol con los pueblos y playas. ¡Y vaya si funcionó!
Nada más salir del aeropuerto con nuestro tradicional Lancia Ypsilon (el que siempre reservamos cuando hemos estado en Italia), tomamos la autopista dirección Palermo. Esta ciudad está situada en la “Conca d’Oro”, así llamada por el color amarillento de la tierra y de las laderas de los impresionantes montes que la rodean.
La Conca d'oro y Palermo al fondo
Durante este viaje pudimos darnos cuenta de la realidad siciliana en muchos de sus ámbitos.
1) PARA EL SICILIANO, LA BOCINA ES OTRA FORMA DE LENGUAJE.
No la tocan como síntoma de enfado, sinó para avisar y prevenir de que eres tú el que ha de ir con cuidado, ya que ellos no conocen el significado del término “conducción moderada” (es decir, que si continúas siguiendo las normas de tráfico, puedes acabar provocando un accidente).
Gente caminando por medio de la calle, coches aparcados en batería en callejones, motos apareciendo por todos los ángulos, ancianas incorporándose a una vía principal sin mirar a ningún lado…son escenas típicas de Palermo. Catania, la segunda ciudad en importancia y habitantes, es diferente, como más adelante comprobaréis.
A la parte Antigua de la ciudad se accede mediante la Porta dei Giganti, enorme y decorada con cuatro gigantes bizantinos.
Un poco más abajo, nos topamos con la impresionante (por fuera) catedral. El interior no está a la altura, pero vale la pena darse una vuelta.
Cattedrale di Palermo
El núcleo se divide en cuatro barrios delimitados por dos calles que se cruzan perpendicularmente y que dan origen a “Quattro Canti”, el famoso cruce cuyas cuatro esquinas curvas son casi idénticas y están adornadas con estatuas y columnas barrocas.
Uno de los "Quattro Canti"
Tan solo paseamos por tres de ellos, ya que teníamos que recorrer 200 kilómetros hasta llegar al B&B. Empezamos haciéndonos con un par de “paninos” de tomate y cebolla que nos llenaron el estómago hasta bien entrada la tarde. Eran unos “brioches” pequeños, pero contundentes. Caminamos por la zona del Puerto (nada especial), por la “Kalsa” (o antiguo barrio árabe) donde encontramos reminiscencias a Granada y Córdoba.
Calle de...las bicicletas
Mix de arquitectura barroca, normanda y bizantina...
Antes de marchar, nos sentamos a tomar uno de las excelencias de la isla: la “granita”. Se trata de un granizado fino y bastante compacto que no se derrite fácilmente. La creación de dicha bebida se remonta a los árabes, que bajaban la nieve del monte Etna para hacer bebidas frescas de frutas. Los romanos ya habían hecho uso de ella previamente con el fin de mantener fresco el vino.
La región de Palermo es bastante árida, lo que amplifica la extraña sensación de asombro al penetrar en la isla y encontrarse uno de los paisajes más bonitos e idílicos que jamás hayamos visto: una especie de Toscana sureña, con sus montes redondos y de escasa altura, verde y repleta de vegetación y fauna.
Una hora y media de conducción te llevan hasta Enna (conocida como el “ombligo de Sicilia” por su céntrica situación), localidad situada a 650 metros en lo alto de un enorme pedrusco que contempla los valles de los alrededores, y mira fijamente a otro pueblo (Calascibetta) situado enfrente en una posición similar.
Sílvia en Enna
Calascibetta vista desde Enna
Nuestro alojamiento estaba en Piazza Armerina, y nos costó lo suyo encontrarlo. Una vez dimos con él, nos enteramos de que el piso no era la residencia de los propietarios, si no que era completamente para huéspedes. Tuvimos la suerte de estar aquella noche solos, y la mala fortuna de que, al irse el dueño, cerrase (sin nosotros darnos cuenta) la cocina con llave, lo que provocó en mi un gran enfado al volver del supermercado deseoso de hacerme un par de salchichas sicilianas que previamente había comprado.
Piazza Armerina con la cúpula de la catedral
Al no haber medios para cocinar, acabamos comiendo “antipasti” y una ensalada de atún haciéndonos servir de trozos de pan para recoger la máxima cantidad de comida y llevárnosla a la boca. Gracias a una coca cola que compramos, pude arrancar la anilla y utilizarla a modo de cuchara…ya me llaman el McGyver ibérico…
DÍA 2
Camino al mercado
Después de desayunar media hogaza de pan rustico y hecho en un horno familiar, acompañada de varias mermeladas, Sílvia…y yo (lo reconozco, desayuné más veces durante este viaje que en los últimos doce meses) dedicamos la mañana a descubrir las bonitas calles de Piazza Armerina, con sus palacios e iglesias barrocos, y a intentar localizar la “Villa Romana del Casale” (Patrimonio Mundial de la Humanidad).
Mosaicos representando actividades recreacionales
Se trata de un villa romana (como bien dice su nombre) que contiene los mosaicos romanos mas grandes y ricos en el mundo. Se comenta que Maximiliano, al igual que Diocleciano se retiró a su palacio de Split una vez se dio cuenta de que el Imperio era demasiado grande como para ser regido por tan sólo una ciudad, hizo lo propio en esta villa. La gran mayoría de los mosaicos están en mal estado o completamente borrados por el sol y por la “incomprensible” desaparición de los fondos destinados a su protección.
Los mosaicos describen todo tipo de escenas: de caza, de pesca, sobre juegos deportivos, de guerra…hasta eróticos, y abarcan una inmensidad de metros cuadrados. ¡Hasta los lavabos estaban decorados con motivos de animales! Por si aquel día te olvidabas de comprar el “Roman Empire Tribune”…
Retretes femeninos...
2) LOS SICILIANOS SON UNOS AUTENTICOS MAGOS A LA HORA DE HACER DESAPARECER EL DINERO DE LAS ARCAS PUBLICAS.
Siguiente parada: Caltagirone. Otra de las docenas de poblaciones situadas en lo alto de un promontorio (que se lo digan a Sílvia, que empieza a sudar en cuanto la calle empieza a coger un poco de pendiente…).
Esta localidad es famosa por su única escalinata decorada con cerámica.
Escalinata en Caltagirone
Cerámica de la escalinata
Y es aquí donde probamos por primera vez dos productos típicos: una salsa de pistacho exquisita (que acompañaba a un buen plato de pasta), y helado de cactus (Ficus de India), planta introducida por los españoles y que campa en grandes cantidades por toda la geografía siciliana.
Intentando llegar a lo alto...
Después de dar una vuelta por la ciudad para digerir, fuimos a parar a Ragusa, una de las localidades con más encanto. No la parte nueva de la ciudad, ni la antigua, sinó la histórica. Entrar a la ciudad es un verdadero dolor de cabeza. La circulación en el sureste de la isla es más radical, si cabe, que en el norte. La carretera esta repleta de camiones, uno de los cuales nos estuvo lamiendo el trasero mientras nos hacía luces y nos pitaba con el fin de que fuéramos más rápidos…en una carretera de curvas…
Momentos antes habíamos observado uno de los numerosos fuegos que quemaban la isla. Éste era debido a una colilla lanzada por la ventanilla. La gran mayor parte de los demás eran intencionados, provocados por campesinos con el fin de quemar rastrojos.
En un país civilizado estaría prohibido hacerlos al lado mismo de una vía de circulación. En Sicilia no.
3) AL QUEMAR RASTROJOS LOS SICILIANOS, CUANTO MÁS IMPORTANTE SEA LA CARRETERA CERCA DE LA CUAL SE ENCUENTREN, MAYOR SERÁ EL FUEGO, Y DE MAYOR DENSIDAD EL HUMO QUE PROVOCA.
Volvamos a Ragusa. La parte nueva es típica de una zona cercana al mar. La histórica se encuentra situada en el fondo de un pequeño y profundo valle. Ésta fue abandonada por la nueva clase social media después del terremoto de 1693, que mató a unos 5000 habitantes y que casi la destruyó por completo. Sólo la aristocracia permaneció en ella.
Ragusa Ibla
Los habitantes que cambiaron de aires, crearon una nueva ciudad (la que se considera antigua, porque tiene más de tres siglos) a un par de centenar de metros en línea recta, en la ladera de la colina, y lo hicieron siguiendo un estilo muy parecido al de la Barceloneta: planta cuadricular, edificios de dos o tres plantas y manzanas de escasa amplitud, cosa que nos hacía frenar cada 10 metros debido a un cruce, y que se hiciera monótona la travesía de las más de 20 manzanas que había hasta llegar a Ragusa Ibla…
Más tarde llegó la ciudad moderna, repleta de segundas residencias, polígonos industriales e hipermercados.
La vista desde la parte antigua hacia la histórica es una de las postales más típicas de Sicilia.
Al no esperarnos semejante volumen de tráfico por las carreteras de esta zona de la ínsula, consideramos que la mejor idea era volver al coche y efectuar el tramo de carretera hasta Noto, donde pernoctaríamos.
DÍA 3
No puedes abandonar Noto sin dejar un trocito de tu corazón en esta impresionante ciudad barroca. La primera impresión que tuvimos no fue la mejor (ya fuera porque nos pasamos de largo la ciudad, o porque nos metimos en un callejón en contra dirección con todo el tráfico pitando).
Alquilamos habitación en un antiguo palacio barroco, cuyo balcón daba a una pequeña iglesia iluminada durante la noche.
Una de las catedrales de Noto
La ciudad se construyó, como no, en respuesta a la devastación provocada por el terremoto de 1693. El centro se divide en tres ejes paralelos, en los cuales están situados la gran mayoría de edificios dignos de ver.
Otra...
Para desayunar, al no habitar los dueños en el palacio, y al no haber cocina, recibimos un vale canjeable en una cafetería cercana, donde degustamos unas deliciosas pastas caseras rellenas de pistacho, y un “brioche” que se derretía en la boca.
De llover pasó a hacer un sol impresionante en tan sólo cuestión de minutos, y las calles se llenaron de escolares en excursión.
Nuestra siguiente destinación: Siracusa. Localidad situada en un istmo que se aprecia desde la distancia, al igual que su horrible catedral moderna.
Ciudad fundada por Corinto, se convirtió en una potente ciudad-estado, aliada de Esparta, enemiga de Atenas.
Siracusa
Es aquí donde comimos una de las mejores pizzas, ligera y crujiente, en uno de los locales de la plaza principal. Y fue aquí donde una paloma italiana tuvo la deferencia de defecar sobre el brazo de Sílvia.
Con un tráfico complicado, y con una gran variedad racial (mucho siciliano de origen árabe, tunecino…), nos adentramos en el casco antiguo llegando al antiguo templo de Apolo (del cual no quedan más que las ruinas). Rodeamos la isla, tan sólo estropeada por algún que otro edificio de la época fascista.
Por la tarde no pudimos entrar al teatro griego, ya que sólo se permitía la entrada en caso de poseer billete para alguna de las representaciones destinadas a los turistas.
Siracusa (parte nueva, con la catedral en forma de lágrima de la Virgen) vista desde la antigua.
Plaza central de Siracusa
Camino a Santa Tecla, donde dormiríamos, nos pasamos nada menos que tres horas en una especie de cinturón de circunvalación de Catania. Había habido un accidente y el tráfico avanzaba a una media de 5 kilómetros por hora. Al cabo de 180 minutos descubrimos que no se trataba más que de un incidente, y que los conductores no habían tenido la decencia de apartar un poco los coches para que los demás pudiéramos pasar (tan sólo un carril de tres estaba libre).
Aún así, una gran cantidad de “catanesi” conducía por el arcén, largos tramos por carril contrario, y hasta vimos triple adelantamientos que hacían que los pelos se erizasen.
Llegamos a Santa Tecla y nos encontramos con un panorama jamás visto ni por Sílvia ni por mí: cascadas de lava solidificada penetrando en el mar, creando la superficie donde se asentaba el pueblo.
Vista desde la terraza del piso en Santa Tecla
El apartamento, pequeño pero completamente equipado, disfrutaba también de una terraza propia con una vista paradisíaca.
DÍA 4
Nos despertamos a las seis y media, ya que habíamos concertado una excursión al monte Etna. La chica (Manuella) con la cual había contactado, nos proporcionó todos los detalles de cómo llegar a Catania sin tener que tomar el auto. Así que aparcamos cerca de la estación de Acireale (de hecho, Santa Tecla es una barriada de Acireale), o eso es lo que creímos.
4) NUNCA HAGAS CASO A LA RESPUESTA DE UN SICILIANO CUANDO SE LE PREGUNTA CUÁNTO TIEMPO SE TARDA CAMINANDO DE UN PUNTO A OTRO. ELLOS NUNCA CAMINAN, POR LO TANTO SU APRECIACIÓN TIENE MUCHAS POSIBILIDADES DE SER ERRÓNEA.
Al decirnos diez minutos a pie, dejamos el coche y empezamos a caminar. Al cabo de unos 15 minutos, y sin poder aún vislumbrar la estación de trenes, empezamos a dudar de la veracidad de la información provista.
Un rato más tarde, vimos como un tren nos pasaba por la izquierda y paraba a unos centenares de metros. Hicimos el inútil esfuerzo de correr hacia él, cosa que provocó la burla de unos adolescentes que estaban cómodamente sentados dentro.
Lo perdimos y llegamos media hora tarde al punto de encuentro, donde nos esperaba Marco (el guía siciliano), una pareja de amigas alemanas (frías como el hielo), dos hermanas americanas (de la América profunda), y un canadiense.
Nos subimos al Jeep y fuimos hacia la “Valle di Bove”, lugar donde tuvo lugar la última erupción del volcán a principios de esta década.
Sílvia (alias Shin Chan) entrando al túnel de lava
Marco dando explicaciones
Monte Etna y uno de sus cráteres laterales (aún se aprecia el recorrido de la última lengua de lava - el terreno rugoso)
Antes hicimos una parada en un túnel de lava, una especie de cueva creada por la extraña solidificación de ésta: la parte más superficial se solidifica de forma más rápida, mientras que la lava que fluye por el interior, al no perder temperatura, continúa su camino. Una vez el flujo termina, el interior de la lengua de lava se vacía dejando el túnel al descubierto.
I believe I can fly, I believe I can touch the sky...
Marco era biólogo, pero apasionado de la geología, y nos explicó con todo tipo de detalles los diferentes tipos de lava, qué es una botonera (conjunto de pequeños cráteres que aparecen en línea), cómo se crea un cráter, que en la gran mayoría de volcanes la lava sale mediante cráteres laterales, y no por la boca; por dónde sale la lava en estos cráteres de pequeño tamaño (tampoco sale por la boca, sinó que la presión hace que se derrumbe un lado y asoma por dicho lateral)…
Subiendo a un cráter (algunos...)
Acabamos subiendo la ladera del Etna para contemplar la inmensa vista de Catania a los pies del volcán.
Una vez de vuelta al 4x4, aperitivo y zumo, y camino de vuelta a la ciudad. Esta vez el trayecto se hizo más rápido, porque fue todo por carretera (a la ida habíamos hecho un trozo montaña a través) y porque Marco estaba excitado hablando por teléfono con un compañero al cuál había dejado su coche y había infringido unas cuantas veces el código viario, lo que le había reportado cuatro multas.
Creímos conveniente para nuestra salud frenar un poco el ritmo de visitas, así pues pasamos la tarde en Catania y volvimos a dormir a Santa Tecla.
La zona de la estación central de trenes no tenía muy buena pinta. Camino hacia la parte más interesante nos topamos con un barrio digno de una fotografía en blanco y negro de la enciclopedia argentina que tenemos en Demestre (foto de abajo).
Plaza de Catania (con la estatua del elefante, símbolo de la ciudad)
Strada tipica catanesa...echo...
Estábamos hambrientos y la ciudad no nos acababa de agradar. Pero en un instante la situación dio un giro radical.
Catedral de Catania
Empezó con la curiosa imagen de ver vestidas de monjas a las mujeres del lugar. La calle principal estaba repleta de gente vendiendo velas y flores. Resulta que era el día de la patrona de Catania.
Comimos en un restaurante enfrente de la catedral. Esta zona de la urbe poseía el color típico de la región, ya que las calles estaban hechas con grandes trozos de piedra volcánica.
Después de una buena comida y de un orujito
Eran casi las seis, y la gente salía a hacer la “paseggiata”. Las tiendas estaban repletas, las heladerías también, y el calor no apretaba tanto. Otro trocito de corazón menos…
DÍA 5
Otro madrugón, esta vez a eso de las cinco de la mañana, gracias al cual pudimos fotografiar a un sol naciente que bañaba el golfo de Catania.
Teníamos que llegar a Milazzo para coger una excursión en barco a las islas Eolias.
Milazzo y su castillo en lo alto
La primera parada fue en Lipari, conocida como una pequeña Ibiza, por la afluencia de famosos en verano.
La capital de la isla es muy chica, pero su “marina curta” es encantadora, al igual que los callejones que la rodean. Lipari es una cantera de obsidiana (mineral de origen volcánico similar al vidrio, con el cual los habitantes hacían los cubiertos antiguamente por su alta capacidad para cortar si está afilada) y de piedra pómez (UNESCO puso dinero para cerrar la factoría con el fin de que la costa continuase siendo una de las más bonitas de Europa por la claridad de las aguas debido al fondo blanco).
Marina Curta de Lipari (lado oeste)
Marina Curta de Lipari (lado este)
Cantera de piedra pómez
Sílvia intentando ayudar a una habitante
Un "faraglione" (antiguo brazo de tierra el puente del cual se derrumbó)
Vista de cuatro de las Islas Eolias
Vulcano es, eso, un pequeño volcán que alimenta unas termas sulfurosas al lado del mar. Nada más llegar a la isla te asalta un olor a huevo podrido que te deja KO un par de minutos. Una vez te acostumbras, es más soportable.
Sílvia se atrevió con los barros…y yo pagué el resultado: el olor se le quedó impregnado en la piel durante casi una semana.
Aquí se bañó Sílvia...yeecussss!
De vuelta al puerto, coche y autopista hacia Cefalú.
DÍA 6
Cefalú está situada a menos de cien kilómetros de Palermo, pero es otro mundo. El ritmo de sus ciudadanos es más apaciguado, la ciudad es pequeña, las playas preciosas, y el tráfico fluido.
Cefalú (playa, casco antiguo, catedral y "cabeza" de piedra que dio origen al nombre de la ciudad)
El nombre deriva del griego (significando “cabeza”) debido a la gran roca bajo la cual se asienta.
Disfrutamos de una mañana tranquila paseando por el casco antiguo, donde nos volvimos a encontrar con el chico canadiense de la excursión al Etna.
Ese mismo día, los agricultores emepezaban a decorar árboles con frutas y vegetales para una procesión con el fin de agradecer a la Virgen que el campo empezaba a dar sus frutos
Pero como nunca se sabe si se volverá a un lugar o no, seguimos con el trayecto a pesar de sentirnos muy bien en semejante localidad.
Tras una hora llegamos de nuevo al cinturón de Palermo (infernal como ninguno), donde nos costó sudor y lágrimas encontrar la carretera hacia Monreale, nuestro siguiente destino.
Monreale viene a ser el “L’Hospitalet” de Palermo, con una gran diferencia: yo viviría allí. Es conocida por el número dos del “top ten” de atracciones de la isla: la catedral normanda y su interior.
Techo de la Catedral de Monreale
Más detalles del interior de la catedral
Pantocrátor hecho de mosaicos (Jesús es grande...quiero decir, seis metros de alto por doce de ancho)
Infinidad de mosaicos que recubren cada metro cuadrado
Habiendo disfrutado de ella, y habiendo llenado la barriga, llegamos a Segesta a través de otro de los impresionantes paisajes de Sicilia.
En Segesta hay dos cosas para ver, el templo nunca acabado, y el anfiteatro griego en lo alto de la montaña, con una vista sin igual.
Templo de Segesta
Alrededores bucólicos
Vista desde el teatro griego (al cual sólo se accede mediante una lanzadera).
Al atardecer nos tocó sufrir con el tanque de gasolina. Suerte tuvimos de llegar a Castellammare di Golfo donde encontramos una gasolinera.
DÍA 7
El último día fue el más tranquilo: después de comer un par de croissants, pasamos un par de horas en la playa, junto a un tal Nazareno tocando la moral con la pelotita de plástico.
Castellammare di Golfo
Único día de playa en todo el viaje...
El vuelo salía por la tarde, y casi no lo contamos: al devolver el coche de alquiler faltaba un sexto del depósito. Extrañados (lo habíamos llenado 30 kilómetros antes) y cabreados por el precio que nos cobraba Europcar como penalización, decidimos llenarlo nosotros mismos.
5) LOS SICILIANOS NUNCA TE LLENARÁN EL DEPÓSITO AL MÁXIMO. NOS PASÓ TRES VECES: AL ARRANCAR, NOS DIMOS CUENTA QUE AÚN FALTABAN UNOS LITRITOS...DICHOSOS ELLOS...
Al salir de nuevo a la autopista nos asustamos del tráfico que había aparecido en cuestión de minutos. Faltaba hora y media para el despegue, y nos encontramos pidiendo cambio a los conductores porque el área de servicio era automática, y no queríamos gastar más que 10 Euros para poder tener cambio para comprar agua y pagar el taxi de vuelta una vez en Londres. Al cabo de diez exasperantes minutos lo conseguimos y estábamos de vuelta al aeropuerto…sin movernos, porque no había coche que se moviera un metro a lo largo de la autopista…y, por lo visto, los palermitanos no utilizan el arcén tan bien como los “catanesi”.
El caso es que nos pusimos nerviosos, y decidimos utilizar la vía catanesa: adelantar por el arcén, seguidos de un enjambre de motos. Previamente habíamos pedido a un conductor que se apartase un poco y le comentamos el motivo de nuestras prisas, cosa que más de un motorista escuchó.
Al llegar a la salida del aeropuerto, comenzamos a escuchar bocinas. Echamos un vistazo por el retrovisor: eran los motoristas que celebraban que hubiésemos llegado a tiempo (algunos con los brazo al aire, haciendo el símbolo de “OK” o el de la victoria).
6) A LOS SICILIANOS, A LA HORA DE LA BROMA O DE LA PICARESCA, NO LES GANA NADIE.
Como no, la última cosa que hicimos en Sicilia fue comprar canolos…
8 comentaris:
bella la sicilia, bella! ma como si dicce il plato tipicco de milanezzo, mi pregunto? ;-)
Supongo que en tu trayecto por Sicilia no has pasado por VIGÀTA en la provicia de MONTELUSA porque son nombres ficticios de PORTO EMPEDOCLE y AGRIGENTO pero no he leído nada de vuestras experiencias en estos lugares por la que me empiezo a cabrear.....como no me hayas traído un recuerdo de SALVO MONTALBANO ni se te ocurra aparecer por Barcelona.
Osea.... que ya sabes!!!
Por lo que respecta al Blog estás madurando, te me estás convirtiendo en un hombre.... un poquito más aburrido que el "niño Alexis" pero considerando que perdiste la crónica inicial nos damos por satisfechos de haber podido leer la segunda crónica.
mil besos
mum
Milo: Milazzo, Milazzo!! Y no estuvimos demasiado tiempo como para degustar su gastronomía...
Ma!!! Es que me pasé toda la tarde de ayer escribiendo y colgando la enorme cantidad de fotos...acabé hasta las narices, con perdón. Si lo hago poco a poco, le pongo más corazón...pero es que se me borró no una, sinó dos veces el escrito, así que estoy satisfecho con lo hecho.
Os quiero!!! Smuaks!
el texto está bien, madre... lástima que insista en equivocarse con el nombre de Milanezzo :-D
alexis!!!
ueueue! has deixat els teus fans ben contents!!! :D:D
m'agrada! m'agrada!!! m'agrada molt tot el que expliques! és genial! buaaaaa, m'han encantat un munt de coses! Noto, Cefalú, les illes, etc. i sobretot la vostra aventurilla final i les bocines dels sicilians contents pel vostre "triomf"! jiji!
gràcies per totes les teves explicacions tan detallades i interessants (tant turístiques com culinàries! jiji) és un gust llegir-te :)
si algun dia vaig a Sicília ja sé a qui haig de demanar consell ;)
PS: en sèrio la Silvi es va banyar allà als fangs? jejeje! i què bona amb al casc!!! és súper bona aquella foto :P
PS2: quina súper escalinata a Caltagirone! jo no hagués arribat viva XD
PS3: el carrer de les bicicletes a Palermo sembla Holanda!!! bicis, bicis i més vicis! oleeeee
Jaaaaaanuuuutx!!
Si que et recomanaria anar-hi!
Es una meravella d'illa, tant, que la Sílvia i jo, si podem, hi tornarem l'any que ve...
Es una llastima que no hagues acabat l'escrit res mes arribar-hi d'alla...m'he oblidat moltes anecdotes que nomes tornaran a sortir a la llum quan la Silvia i jo siguem vellets i no ens podem aguantar els pets!!
Un petonas molt graaaaan!!!
PS em sembla que ni la Silvia ni jo et podrem veure a BCN, pero estem rumiant d'anar a veure't alla dalt, a les muntanyes!
T'estimem moooooooolT!!!!!!
Smuaksksksskk!
Qué lindos ! Sé ve que lo disfrutaste mucho y te recorriste la ciudad de pe a pa. Veo que comiste pan rústico casero. Yo cuando viajé a Argentina también probé. Es riquísimo. Yo había alquilado apartamentos Palermo y como recibimiento el primer día me dejaron una canastita con mucha comída típica. Probé ese pan y como me gustó tanto, la chica de los alquileres me traís todos los días... Gratis!!
Publica un comentari a l'entrada