dijous, de desembre 14, 2006

DESDE LONDRES, CON ESTUPOR (III)




Sorprende ver como en un país cuya gastronomía es despreciada hasta por su misma población hay tanta afición por los programas de cocina.
Sí, aquí también tienen sus chefs famosos tal y como nosotros tenemos a Adrià, Arzak y Ruscalleda entre otros.
A los más conocidos se los encuentra uno hasta en la sopa:

Jaime Oliver se dio a conocer hace unos años con un programa llamado “The naked chef” en el cual un jovencísimo aspirante a cocinero-jefe enseñaba sus trucos delante de las cámaras. Atractivo y desvergonzado, ganó terreno en la parrilla televisiva de abuelas, madres, solteras y adolescentes.
Hace pocos meses, y después de airear públicamente su descontento con la comida escolar, consiguió sonsacar a Blair un acuerdo para aumentar el gasto alimentario por alumno (que era de unos cuantos peniques por boca y ración). Ésto le acarreó más de un enemigo, empezando por un sector de la clase baja social: aquella que sólo se nutre de junk food no sólo porque es más barata y fácil de preparar (¿es que acaso se prepara?), sino porque realmente encuentra el nirvana aumentando el diámetro de su cintura a base de grasas saturadas envueltas en papel de diario. Al igual que la foto del monte de Iwo Jima recorrió el mundo, aquí se hizo famosa las de unos colegiales orondos recibiendo chocolatinas de sus madres desde el otro lado de la reja del patio escolar. Tráfico de calorías podríamos empezar a llamarlo. Y es que dicha clase social tiene mucho poder y supera en número a su antítesis, la alta. No por algo gritó Morrissey en su último concierto:
- Este país sólo tiene tres cosas malas: Jaime Oliver, Jaime Oliver y Jaime Oliver.
¿Le habrá sentado algo mal en su restaurante?

El sector femenino también tiene su representante, para gozo y placer del masculino. Se llama Nigella Lawson. Es una mujer que está llegando a la esquina de los cuarenta y que representa lo opuesto a Kate Moss: alguien a quien le encanta cocinar y comer, y cuyo cuerpo representa el modelo voluptuoso, con curvas, al que tanto admiramos los hombres (quien prefiera lamer un hueso a comer carne va contra las leyes de la naturaleza).
Acaba de presentar un programa sobre platos navideños. Lo interesante de dicho espacio, para una mitad del planeta, es ver como domina los fogones en bata, con que sensualidad se relaciona con los alimentos o como se lame lujuriosamente un dedo después de lascivamente haberlo pasado por una fondue de chocolate.
Para la otra mitad, el clímax viene a ser el hecho de poder ser atractiva, no relativamente joven, estar orgullosa de las posaderas de una misma y no dejar pasar la oportunidad de cometer crímenes tales como repetir plato.

Pero el que realmente me encanta es Gordon Ramsey. En un principio tenía una imagen un tanto despectiva de él, pero mi adicción a “Hell´s Kitchen”, cuya ganadora firmó un contrato para dirigir la cocina del restaurante de uno de los casinos más conocidos de Las Vegas, me hizo cambiar de opinión.
No se puede tener peor genio y semejante afición por los insultos delante de jóvenes americanos armados de cuchillos recién afilados y rodeados de aceite hirviendo. Pero él lo tiene. Y por ello ha sido criticado por asociaciones anti-bullying, porque a su parecer representa en la cocina lo que los matones representan en el patio de la escuela.

Hablando de vándalos, los crímenes cometidos a bordo de autobuses públicos (a pesar de las cámaras de vigilancia) han aumentado en un 14% debido a la política del ayuntamiento de Londres de ofrecer transporte gratuito a aquellas personas menores de 16 años. ¿Pero en qué estaría pensando Ken Livingston? ¡Si son justamente éstos los que nunca pagan por subirse a ellos! Ahora, como no se sienten realizados al no ser ilegal, se dedican a robar MP3 y I-Pods y a intimidar al pasaje.

Por último, recomendamos no comer demasiado en Navidad y hacer ejercicio. Si no, se puede acabar como Santa Claus: con una advertencia por parte de médicos de que su estado físico se acerca a la obesidad y que le puede comportar serios riesgos de enfermedades cardíacas.
Ya sabéis niños, cuanto más pidáis, más calorías quemará Santa cargando….y a los Reyes galletas con oligoácidos y leche desnatada.